Naasón
Príncipe de la tribu de Judá, de su linaje por quinta generación, Naasón era hijo de Aminabad y tatarabuelo del rey David, por lo que es uno de los ancestros directos de Jesús de Nazaret, según consta en el Evangelio de San Mateo. Ese es el motivo por el que Miguel Ángel lo pintó en una luneta de la bóveda de la Capilla Sixtina, junto al resto de la genealogía de Cristo. Allí aparece como un muchacho mohíno, indiferente al mundo, que está absorto en la lectura de un libro expuesto ante él en un facistol de madera, junto a una mujer, seguramente su madre. Buonarrotti también pintó a Salmón y a Booz, hijo y nieto de Naasón. La tradición rabínica lo ubica en el Éxodo, como hombre noble cuya sangre es la de los reyes. Tal y como correspondía al heredero de uno de los caudillos del pueblo de Israel, Naasón tuvo un papel destacado en la huida de Egipto. Acorralados por el ejército del faraón en la orilla del Mar Rojo, los patriarcas deliberaban temerosos de Dios hasta que él, que confió en la palabra del Altísimo, lo demostró arrojándose el primero a las aguas, que acto seguido se abrieron ante el cayado de Moisés. Su nombre es traducido a veces como hechicero, encantador o serpiente, aunque también olas de un mar embravecido. En yiddish, su nombre ha quedado además asociado a la raíz etimológica de príncipe, rey o presidente. Símbolo del hombre audaz para los judíos, en honor de su coraje fue elegido por Moisés como el primero que debía ofrecer sus presentes a Yahvé en el Tabernáculo que se levantó a su bajada del Sinaí, siguiendo las instrucciones que Dios le había dado junto con las Tablas. Según está escrito en el Libro de los Números, Naasón llevó “una bandeja y un tazón de plata, llenos de la mejor harina amasada con aceite; un cucharón de oro, lleno de incienso; un becerro, un carnero, un cordero de un año y un chivo”. Al año de escapar del cautiverio egipcio, ayudó a Moisés también cuando el Altísimo le ordenó censar a su pueblo. Su tribu solamente contaba con “setenta y cuatro mil seiscientos hombres, acampados al este del Tabernáculo bajo la bandera de Judá”. Su hermana Eliseba casó con Aaarón, hermano de Moisés, pero su rastro se pierde en el camino errante de los judíos por el desierto, puesto que no se tienen más noticias de él y las Escrituras no lo mencionan al alcanzar, cuarenta años después de salir de Egipto, la Tierra Prometida. Sin embargo, su figura está relacionada en el imaginario hebreo con la espiritualidad y la virtud, y la tradición talmúdica lo vincula como pariente de seis personajes dignos de las mayores alabanzas, como son, además de Jesús y David, el profeta Daniel, Ananías, Mizael y Azarías.