Bum, bum, bum. Uno se empeña en sostener una lucha solitaria contra el mundo. Pero la lenta maza empieza a derruir nuestros cimientos desde el primer día. Bum, bum, bum. Lo único que ocurre es que tardamos mucho en oírla. El sonido, el crujido. Llega por fin un día en que lo comprendemos. Bum, bum, bum. Nadie escribirá la historia de nuestra vida. Bum, bum, bum. La vida nos hace peores. El combate nos envilece. Nos saca a rastras del palacio que construyó la vanidad de nuestros sueños. Bum, bum, bum. Hay hormigas en la pared. Vuelven todos los años, puntuales, negras, infatigables. Bum, bum, bum. Agujerean la pared siempre por el mismo sitio. Puedo ver desde mi cama los granos de arena oscura que el gotelé blanco ha vomitado. Bum, bum, bum. Si aguzo el oído incluso puedo oírlas. Trajinan, cavan galerías detrás de mi cabecero, se afanan mientras yo duermo. Bum, bum, bum. Ellas tampoco escribirán la historia de mi vida.
Calor y oprobio
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