Los independentistas catalanes ya han ganado, pero aún no se han dado cuenta. Porque, al contrario de lo que afirmaba el poetastro, no es la poesía, sino la educación, sobre todo la pública, la que está cargada de futuro.
Y la educación pública, después de tantas décadas de estupro intelectual, lo ha conseguido: una generación entera de españoles ya no sabe distinguir entre el bien y el mal.
La cosa es que, por supuesto, hay quien no quiere esperar veinte años para verlo, lo que no deja de ser algo completamente natural.