#12 Futuro
La vida es una historia de pérdida. Perdemos todo lo que amamos. A los seres que nos vienen dados desde el nacimiento, los perdemos. A los que amamos con el tiempo, también los perdemos. Lo vamos perdiendo todo, el afecto, la ternura, la posibilidad de un abrazo, hasta quedarnos completamente solos. Es decir, con nuestros recuerdos, en la caja de resonancia de nuestra memoria. Pensaba en esto cuando paseaba el otro día. El sol del après-midi es un cáliz dulce que nos ofrece el invierno. Es imposible albergar negatividad contra el mundo, contra las cosas, contra las personas, al menos en ese rato que está uno al sol, y es un rato largo, se puede aprovechar desde la media mañana hasta eso, el après-midi o la hora después de comer y estirar hasta las cuatro o las cinco, cuando va ya cayendo la tarde y el frío y la noche. Mi paseo me llevó junto al mar, un lugar donde siempre es bueno estar. Ya estamos en Navidad, jo jo jo, una sábana de tristeza ha caído sobre el mundo, le empiezo a ver el cartón a la alegría estacional, yo mismo formaba parte del decorado hasta ahora, todos estos años he formado parte; pasaba el otro día junto a una plazoleta, era de noche, venía de hacer deporte, se veían sombras, siluetas recortadas bajo la luz dura de unas farolas, cantaban villancicos flamencos, tocaban palmas, celebraban la vida en definitiva, qué es la Navidad si no eso, pero no sentía ni envidia ni melancolía, tan sólo una profunda pereza; he sido un figurante, ahora me veo a mí mismo como al margen del gran espectáculo, que continúa sin mí y bien está, por este año no pasa nada, ya me subiré al tren en el que viene, o al otro, da lo mismo, todas las Navidades son iguales. Bueno, en realidad no. Estoy atrapado en The Departure Suite, lo que compuso Richter para The Leftovers, sin duda lo mejor que he visto en todo este año 2018.