Ahora está de moda otra vez, con esto de la moción de censura de Sánchez a Rajoy, la expresión «ganarse la confianza de la cámara». Debería ser, mejor, ganarse la confianza de las cámaras, en plural. Es una muestra más de la ingenuidad (jejeje) de los redactores constitucionales. La perífrasis ganarse la confianza del parlamento implica que el líder de uno de sus grupos presenta un programa con el que intenta convencer a los diputados que han de votarlo. Es decir, se infiere que se debate, se enmienda, se rebate y se argumenta, presumiendo que todos los diputados aludidos, allende sus prejuicios ideológicos, morales o personales, van a concederle al ponente el beneficio al menos de la escucha. Resumiendo: «ganarse la confianza de la cámara» es una aporía en el sistema democrático actual, donde todo se cierra antes de los plenos convirtiéndolos en una simple representación teatral cuyo único interés, por parte de los actores, se deriva de la presencia de las cámaras de televisión que retransmiten la pantomima a toda la nación y a parte del extranjero (qué bochorno).
España irrespirable
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