Consideraciones europeístas: adenda

Decía yo el otro día grosso modo, en las anteriores consideraciones europeístas, que la idea de Europa sin la carne de la identidad no vale de nada puesto que difícilmente impregnará la médula de los habitantes de las naciones que componen la Unión. Ayer, en una entrevista muy interesante del periodista Enric González al Presidente de la República francesa para El Mundo, Macron dijo textualmente (a la pregunta de cuáles eran las perspectivas comunitarias en materia de terrorismo tras el final de la guerra siria), que «nuestro combate es también un combate de civilizaciones. Desde luego no de una región o de una cultura contra otra. Pero debemos comprender por qué tantos niños nacidos en nuestro territorio se vuelven contra nuestras democracias, las abandonan y las atacan. En este sentido, debemos encontrar un imaginario, un espíritu colectivo, un proyecto de sociedad. Aquí también, el proyecto europeo es central, pues es el único medio de afirmar con orgullo y eficacia nuestros valores en el mundo» (las cursivas son mías).

Es reconfortante que alguien con mando también lo piense.

Un comentario

  1. Tendríamos que encontrar ese motivo de unificación, ese basamento desde el que construir todo lo demás. Lo que llamamos Europa contiene la tríada Grecia-Roma-CristianIsmo, sin duda, pero la fractura religiosa y espiritual que Europa padeció en los comienzos de la modernidad pudo dejarnos sin posibilidades futuras de reunificación imperial. La llamada reforma protestante pudo destruir la opción de una europa unida (por lo menos occidental) hace quinientos años…

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