Al hilo de la noticia que saltó ante mis ojos ayer, en Twitter, acerca de la directora del Observatorio de Salud Pública de Cantabria (ente sufragado por la Consejería de Sanidad del Gobierno autonómico cántabro), la miembro de las Juventudes Socialistas cántabras Estela Goicoechea, he decidido probar, en una suerte de experimento informal, mi hipótesis: que la Constitución española propicia, por su naturaleza, un sistema de representación colonizado por los apparatchiks. Voy a empezar, ya que la tengo a mano, con la Presidente del Gobierno autonómico andaluz, y ahora candidata a la Secretaría General del Partido Socialista Obrero Español, Susana Díaz Pacheco.
Nacida en Sevilla en 1974, Susana Díaz es hija de un fontanero del Parque Móvil del Ayuntamiento de Sevilla, corporación para la que fue elegida concejal por el PSOE en las elecciones de 1999. Se había afiliado al partido en 1991, con 17 años, en la subsede del denominado Distrito de Triana. No en vano, Díaz es hija del Tardón, popular barrio obrero en que finaliza Triana y por ende, Sevilla. Hoy, se conoce, la Presidente vive no muy lejos de allí, en el barrio residencial de León, entre el Tardón y la carretera de Cádiz. En 1997 fue elegida Secretaria de Organización de las Juventudes Socialistas en Andalucía. Dos años después acabaría en el Ayuntamiento de Sevilla. En la web de la Junta de Andalucía se recoge: «concejal y delegada de Juventud y Empleo» entre 1999 y 2003. Fue la primera de las tres legislaturas consecutivas de Alfredo Sánchez Monteseirín como alcalde de la ciudad: a pesar de perder las elecciones, los doce concejales socialistas sumaron la mayoría necesaria merced a un pacto con el Partido Andalucista, hoy difunto, anterior socio de gobierno de Soledad Becerril (PP), alcaldesa entre 1995 y 1999.
Díaz fue una de las elegidas para cerrar aquella lista. Tenía 25 años y cursaba desde 1992, de manera irregular, la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla. Alfonso Castro, decano de la Facultad, recordaba hace poco en El Español que Díaz era «muy viva y tenía mucho desparpajo, pero se dedicaba poco a los estudios”. Es de suponer que no tenía tiempo, dado que, como escribe el periodista Carlos Navarro Antolín, «el viento de la política actual favorece a quien más tiempo dedica a la causa y más rápido aprende. Los que se van de cacería son camarones en la corriente.» Según se dice, José Caballos, prócer y materia gris del socialismo sevillano, decidió que fuese Díaz y no Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (entonces jefe de la Agrupación socialista de Nervión-San Pablo e íntimo de Díaz, hoy director de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía, y a la sazón lugarteniente andaluz de Pedro Sánchez en la batalla por la Secretaría General). El mismo Caballos fue quien decidió, cuatro años más tarde, incluir a Díaz en la lista electoral al Congreso de los Diputados por la provincia de Sevilla, en el puesto número 8. Díaz era entonces teniente de alcalde de Recursos Humanos y del Distrito de Triana, su feudo natural. Cuenta Carlos Navarro Antolín que su relación con el Alcalde Monteseirín fue áspera, de modo que Madrid, en el mejor de los casos, sería un ostracismo.
El mejor de los casos se dio, y el 13 de marzo de 2004, el Partido Socialista sacó mejores resultados de los esperados en casi todas las circunscripciones electorales de España, y Susana Díaz consiguió un escaño como parlamentaria nacional. Fue en ese tiempo cuando comenzó a tejer su tela de araña en los intestinos del PSOE sevillano, núcleo del PSOE andaluz, que a su vez es un granero de votos y poder único e imprescindible de un partido que, en el resto de España, lleva una década menguando. En 2004, meses después de las elecciones generales, Díaz es elegida Secretaria de Organización del PSOE de Sevilla, puesto de mando natural de Caballos, ahora en desgracia por su enfrentamiento con Manuel Chaves. El PSOE sevillano, dividido en dos facciones, terminó por fulminar a los disidentes, entre los que se contaba el alcalde de la ciudad, Monteseirín. Díaz estaba con los oficialistas, es decir, con Chaves, Griñán y José Antonio Viera, nuevo Secretario General del partido en Sevilla. Terminada su etapa como parlamentaria nacional en 2008, Díaz es ahora la escudera de José Antonio Griñán, entonces Consejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía y muy pronto, Vicepresidente segundo del Gobierno autonómico. Miembro también de la Ejecutiva Regional y del Consejo Territorial del partido, Díaz finiquitó la carrera política de Sánchez Monteseirín, impulsando en su lugar a Juan Espadas como candidato a la alcaldía de Sevilla en 2011.
Escribe Navarro Antolín: «Díaz acabó haciéndose con todo el partido, como siempre ocurre, porque siempre está dispuesta a ocupar los nichos vacíos, ya sea de jefa en la capital o de turronera por los pueblos los fines de semana cuando los demás están clavando alcayatas o con el chándal. Esa capacidad de estar literalmente consagrada a la actividad política se traduce en poder. Mientras Viera andaba de cacerías con los empresarios y Caballos comenzaba el declive, Díaz se estaba haciendo con el control del poderoso PSOE sevillano. “Tú no te preocupes que yo me encargo de todo”. El embrión de las barbacoas de Encarni (reuniones informales de las Juventudes Socialistas sevillanas durante los 90) estaba evolucionando hacia un verdadero modelo de éxito en la política actual, donde el control orgánico prevalece en el currículum sobre cualquier brillo en la gestión institucional. El dominio que ejerce sobre cualquier parcela de poder recién conquistada es absoluto. Los espacios se susanizan como los territorios se romanizaban. Abarca todo, acapara todo y lo sacrifica todo por la política. Y sus enemigos, que la califican de maniobrera y conspiradora, de dura e inflexible, reconocen que entiende la política como un sacerdocio y que jamás la pillarán metiendo la mano en la caja.»
En mitad de su actividad como parlamentaria autonómica, en 2009, se licenció en Derecho, doce años después que el resto de sus compañeros de quinta. En esa época también se diplomó en Alta Dirección de Instituciones Sociales en el Instituto Internacional San Telmo, de la fundación homónima. Dicho instituto se ha visto envuelto en polémicas relacionadas con un fraude en la adjudicación de becas públicas a algunos miembros intermedios del PSOE andaluz. En 2010, siendo Griñán Presidente de la Junta de Andalucía, asume también el cargo de Secretario General del partido en Andalucía. Díaz es nombrada por éste Secretaria de Organización socialista a nivel autonómico. En 2011 regresa a Madrid, esta vez como senadora por designación del Parlamento andaluz: presidió la Comisión de Desarrollo Estatutario y fue portavoz del Grupo Parlamentario socialista en la Cámara Alta. En 2012, el PSOE pierde las elecciones autonómicas pero salva el Gobierno merced a un pacto con Izquierda Unida. Díaz ya estaba en la pole position: ese mismo año asumió la Secretaría General del PSOE sevillano; entró a formar parte de la Ejecutiva Federal del PSOE, volvió a Sevilla para ejercer como Consejera de la Presidencia e Igualdad de la Junta de Andalucía, y en términos prácticos, delfín de José Antonio Griñán. A la dimisión de éste, en el verano de 2013, Díaz fue proclamada candidata a la Presidencia de la Junta de Andalucía en un proceso de «primarias» a la española. Poco después ganó con holgura el debate de investidura en el Parlamento andaluz, y se convirtió en Presidente. En noviembre, por abrumadora mayoría, fue elegida Secretaria General del PSOE andaluz en un Congreso Extraordinario. Contaba en 2013 la periodista Carmen Torres en El Mundo, meses antes de la sucesión, que Griñán «llevaba un año preparándola como sucesora: le ha impuesto clases de inglés, ha potenciado su perfil institucional con viajes a Bruselas, alejándola de la refriega partidista y del caso de los ERE, y le pone como deberes para los fines de semana películas, música y lectura para aumentar su cultura general. Incluso ha mejorado notablemente su estilismo y desterrado de su vocabulario expresiones populares muy características de ella.»