21-12-16

Escuché hoy en la radio a Ramón Jáuregui, viejo jerarca socialista, decir que su partido debe trabajar por encontrar entre todos algo que los españoles podamos proponer a Cataluña para mejorar, digamos, acomodar la relación entrambas sinécdoques de manera graciosa y fértil, con mucho diálogo y mucho consenso. La última parte es mía. La discrecionalidad con las sinécdoques y las metonimias, del señor Jáuregui. Me hallé perplejo, confuso. ¿Qué es lo que los españoles, es decir, nosotros, los ciudadanos, el Gobierno, los diputados y senadores, tiene que ofrecerles a políticos, periodistas, jueces, alcaldes, comentaristas, intelectualillos y opinadores que trabajan desde hace décadas por la sedición? ¿Qué es lo que se precisa, qué es lo que falta? ¿Qué tengo yo, mi mismidad (minoría absoluta, como el disco de Extremoduro), que ofrecerle a quien me considera intelectual y humanamente inferior por no haber nacido en Cataluña, ni yo ni mis abuelos? Entiendo que cuando desde el PSOE, desde Ciudadanos, Podemos, etcétera, se aboga por el Diálogo con «Cataluña», por la «solución política y no judicial» del «desencuentro», cuando se habla de «buscar un nuevo acomodo» a Cataluña, lo que se está instando a decir al Gobierno es:

Quiebre usted la soberanía nacional que reside en todos los españoles. Hágalo. Yo le ayudo. Quiebre usted el Estado más viejo de Europa. Yo le pongo la alfombra. Falsee usted la Historia, cáguese y meese en ella, y en los más elementales conceptos e hitos de la Historia de la filosofía política universal. Que yo pago la soirée.

Conceptos como Diálogo o Consenso son flatus vocis. Vías muertas hacia las que se pretende llevar la locomotora del adversario, para que descarrile. Si esto lo he visto yo, supongo que lo habrá visto hasta Miguel Strogoff.

Leyendo «El señor Projarchin»:

«El biombo roto quedó por tierra, dejando ver la soledad de aquél a quien tanto tiempo cubrió y simbolizando esa verdad de que la muerte rasga todos los velos, descubre los secretos todos y pone al descubierto todos los fraudes e intrigas, todos los enredos».

Esto es verdad, y yo tengo las pruebas. Algún día escribiré una novela al respecto.

 

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