Son lúgubres los tiempos en que, como en los corrientes, se equipara -sin rubor- a los políticos corruptos (y hasta a los presuntos) con asesinos y tiranos.
Fidel Castro, como el comunismo, ha durado mucho. Una de las ventajas del capitalismo, en contra de lo que se cree, es la obsolescencia programada.
También publico hoy esto, en la página del buen amigo Mañero.