Todos los años, en verano, padezco lo que ya he de llamar crisis. Se me asemeja a como cuando un vaso se llena hasta arriba, y se colma. Entonces se derrama. Yo me lleno de muchas cosas feas. Una ira irracional contra lo que me rodea, una frustración exagerada, y una inquina hiperbólica contra todo. Me gusta llamarlo ceniza. De la ceniza no sale nada. Creo que es una reacción alergénica de mi cuerpo, y de mi mente, al calor. Verdaderamente, no ayuda que la ceniza me encuentre leyendo pasajes como el final de Anna Karenina, o como hace un año, Adiós a las armas. A veces también ocurre en invierno, o en primavera. No siempre tiene que ver con el calor, pero el calor lo acentúa. Me hallo solo conmigo mismo, golpeándome contra las cuatro paredes acolchadas de mi cabeza. He de hacer grandes esfuerzos compensatorios.
03-07-16
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