01-03-16

Marzo. Ya es marzo. Es raro. Este es un año de vida lenta. Bien está. No creo, lo he dicho ya, en el destino, ni en la fatalidad, ni en ninguna de esas cosas en las que creían los antiguos. El fatum. Sin embargo, hay fuerzas, qué duda cabe. Fuerzas más poderosas que uno mismo. No es cierto que el individuo se construye su futuro. Esas fuerzas, durante siglos, se llamaron destino, suerte, fatalidad, providencia. Para mí son movimientos causales, mecánicos, que responden a reglas que yo no puedo entender, pero que configuran el Universo. Uno mismo, yo, los demás, el vecino, somos una de esas fuerzas, formamos parte del juego. Pero la relación entre todas es desigual. Algunas pesan más que otras. Y están en constante flujo hacia no sé dónde. Átomos. Pedro Sánchez está hablando en el Congreso. No hay solemnidad, diputados tuitean mientras uno de sus iguales se postula como primus inter pares. No se dicen cosas. Se habla, pero es casquería. No hay feedback porque las cartas ya están marcadas. Todos esperan al telediario, miden sus ideas para espaciarlas, para que salgan en prime time. Eslogan. Es tiempo de cliché y eslogan. Es un tiempo y un mundo, ciertamente, contradictorio. Nunca hubo tanto, y a la vez, tan poco. Nunca fue todo tan fácil y tan difícil. Nunca tuvo tanta razón Antonioni como en La Aventura. La vi ayer. Fragmentación, vacío y aislamiento, en un mundo próspero donde la lucha por la mesa, porque esté llena, ya no forma parte de la guerra cotidiana. Un mundo lleno y hueco. Hay que tenerlos muy gordos para hacer una película así. Hoy lo llamarían loco, se reirían de él, como de Hugo, como de Stendhal, Dovstoieski, Tolstoi, Balzac, Dumas, como de Hitchckock o Kubrick. Dirían: ¡aburridos! Esto no es lo que quiere el público. ¿Y qué quiere el público? Antonioni se lo hace decir a su galán Sandro: antes se hacían edificios así para que duraran siglos. ¿Y hoy? Como mucho diez, quince, veinte años…Hace sol, y frío. Puedo oler la primavera. Creo que es el único residuo genético de hombre-cazador que me queda. Voy a jugar al fútbol, pero cuando se acabe esta luz, esta luz dorada y tierna que abraza a los hombres cuando asoma la primavera.

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