Vivimos embargados por la ilusión de que podemos controlar lo que nos rodea. En realidad tenemos un ínfimo control de todo lo que nos afecta. De lo que incide en nuestras vidas, distorsionándolas. Esa es una fuente de frustración y miedo, qué duda puede caber, que termina perturbando nuestra noción del Universo. Llevo mucho pensándolo, pero creo que el momento de leer a Epicuro, a Lucrecio y a Montaigne, se acerca inexorablemente. De qué modo si no, afrontar esta angustia, esta palpable impotencia para descifrar el presente y el futuro. Cómo hacerlo con las únicas armas de que puede disponer alguien como yo, con acceso a Internet y cuenta Premium en Amazon. En eso se cifra todo mi capital. Llueve. Está bien que llueva. Tengo la sospecha, ingrávido pálpito imposible de concretar pues no es más que deletérea suposición, de que todos los comienzos de año se parecen entre sí una barbaridad. Tras la espuma del champán de Nochevieja, viene el miedo irracional de cada mañana: salir de la cama es un acto de superación, una afirmación personal ante el vacío. Ante la oscuridad.
04-01-16
0