Valencia Club de Fútbol 2-2 Real Madrid
La primera parte, hasta diez minutos después del 0-1, sirve inmejorablemente para nuestro propósito. Éste no es otro que sintetizar la esencia del actual equipo del Real Madrid. La jugada que terminó en gol de Benzema fue un prodigio técnico en la que cada uno de los tres hipotéticos estandartes de la plantilla ofrecieron lo mejor de ellos mismos. Bale, audacia. Ronaldo, liderazgo, que casi siempre no es marcar 70 goles, sino ejercer la jefatura con solidaridad. Benzema, excelencia y la virtud de la redondez: en él empezó, con él acabó. Lo que siguió al gol también fue epítome de lo que ha sido este grupo de futbolistas. Media hora brillante, de dominio; gol; abulia; cesión del control; vértigo y derrota. Tan verdad que a Bale le hacen penalty en la génesis del 1-1, un penalty manifiesto, irrefutable, como que Pepe demuestra, en el epílogo de esa jugada, por qué no pasará a la Historia del Madrid. Se precipita en una jugada que Keylor tenía controlada, y comete falta. El Madrid perdió su ventaja, y lo que parecía ser una promesa de renacimiento con el nuevo año, se desvaneció efímeramente, como la grandeza de este Madrid de Ronaldo, de Benzema, de Bale, de Ramos, de Marcelo, incapaz de sujetarse a sí mismo. Una naturaleza bipolar, un dios Jano de dos caras que siempre amanece muerto sobre la cama, asesinado por su Yo-Niño diabólico. Lo sucedido tras el gol de Bale es un cortometraje titulado: el Real Madrid en el siglo XXI. Un equipo que se quedará fosilizado en la posteridad con forma de casi: casi marca Bale el 2-3 en la última jugada, casi ganó la Liga de 2013, casi ganó la Liga de 2014, casi ganó la Liga de 2015, casi pasó a las finales de Copa de Europa de 2012, 2013 y 2015, y casi estuvo a la altura de lo que nóminas, nombres y mercadotecnia decían que era.
Ahora echará a Benítez para traer a Víctor Fernández, ante todo coherencia.