«Mueran los gachupines» quería decir, exactamente, «mueran los españoles». El dominio de los dos equipos formados cuasi íntegramente por emigrantes españoles no gustó a buena parte de la tribuna que abarrotaba las gradas del estadio, la mayoría de extracción social baja, que veía cómo «se llevaban a su vitrina la copa que festejaba el centenario de su independencia». Mueran los gachupines era el grito con el que el cura Hidalgo alentó a la independencia de España en 1821.
Poco tuvo que esperar el Asturias para cobrarse debida venganza del España. En la Copa Eliminatoria de 1922, torneo que relevó a la efímera Copa Covadonga, el Asturias aplastó al España en la final por 4-1. Este triunfo sería el primero de tres consecutivos en la Eliminatoria: en 1923, volvió a zurrar al España en la final (3-0), y en 1924 conquistó el trofeo ante el Reforma por 5 a 3.
El Asturias había dado pie ya a la asociación civil hoy conocida como Centro Asturiano de México. A él se adscribió bajo el nombre de Sección Deportiva del Centro Asturiano. Popularmente, siguió siendo conocido como El Asturias. En 1923 consiguió un espectacular doblete, imponiéndose en la Liga Mexicana con un asombroso registro de once victorias en 14 partidos disputados, una sola derrota, y dos empates.
El origen del Centro Asturiano fue una romería. El 18 de junio de 1919, día de Santa Marina, el Asturias participó en La Jira, festividad con la cual la comunidad asturiana de Ciudad de México conmemoró la mítica toma de Gijón por la hueste de don Pelayo. La cosa es que el hermanamiento civil de aquel día produjo un fenómeno que, con el tiempo, terminaría sobreviviendo al propio equipo de fútbol.
El auge del Asturias coincidió con el final del Porfiriato, el régimen autocrático de Porfirio Díaz que alternativamente gobernó México durante los últimos años del siglo XIX y primeras décadas del XX. A lo largo de este tiempo, las colonias de extranjeros se habían multiplicado en las principales ciudades mexicanas, dando lugar a una situación a veces percibida por los propios mexicanos de clases medias y bajas como de segregación respecto de los extranjeros. Con la Revolución Mexicana, que duró 14 años, la situación varió desde la convivencia pacífica a las etapas sacudidas por esporádicos brotes nacionalistas, sobre todo entre el proletariado urbano y las clases trabajadoras mexicanas.
En ese período, el España ganó nueve Ligas y el Asturias, una. Brown, el entrenador del Asturias, dio las claves generales de la superioridad de los jugadores españoles y europeos respecto de los mexicanos: «rápidas triangulaciones y habilidad para eludir las cargas, y uso del empeine para darle trayectoria a la bola», mientras que los mexicanos abusaban del punterazo o «puñalada», como eran conocidos los puntapiés.
Fueron llegando al Asturias nuevos jugadores, como Óscar Bonfiglio, jugador que concita sobre sí dos récords singulares. Luego de defender la portería de México en los Juegos Olímpicos de Amsterdam, en 1928, y recibir 7 goles de la Furia Española, tiene el honor de ser el primer guardameta en recibir un gol en la Historia de los Mundiales, y también el de ser el primero en parar un penalty.
A pesar de los fichajes, el Asturias no volvió a ganar hasta 1934, cuando levantó otra Copa, ya bajo la denominación Copa México. El 1 de marzo de 1936, el Asturias materializaba su boyante situación estrenando casa: el Parque Asturias, con capacidad para 25 mil espectadores, concebido además como estadio multiusos. Tenía otros dos campos de fútbol, canchas de tenis, voleibol, frontones de pelota, y un amplio abanico de espacios polideportivos. Un hogar indiscutible para la colmena astur en México, que contendía con el Parque Necaxa del potentísimo rival vecino, el Club Necaxa de los 11 hermanos. En el estreno, el Asturias venció 4-2 al Botafogo de Leónidas.
En 1937, el Asturias volvía a ganar la Copa México. Al año siguiente, el Necaxa le arrebató en disputado duelo, el título de Liga. Ese año, el Asturias se reforzó con Urquiaga, Gavilán y Munlloch, futbolistas españoles procedentes del Barcelona. Por si lo habían olvidado, España llevaba año y medio en guerra. Esto prendió otra vez la llama de la cólera de cierto nacionalismo mexicano contra los españoles de México, en concreto, contra los que explícita o implícitamente se declaraban a favor del General Franco. En la República Mexicana, no cabe olvidarlo, gobernaba el Presidente Lázaro Cárdenas, el más firme defensor internacional de la II República Española durante la Guerra Civil. La atmósfera no era propicia, naturalmente, para los españoles que simpatizaban con los sublevados.
En ese contexto, llegó la famosa Selección Vasca de fútbol a México. Jugó contra el Asturias un par de amistosos. Muchos de los integrantes de este equipo compitieron en el campeonato de 1939, como es sabido, federados bajo el nombre de Club Deportivo Euzkadi. El Euzkadi quedó segundo en la Liga que ganó el Asturias de José Ramón Ballina en 1939, segundo título de Liga para un equipo que volvía a hacer doblete puesto que también se impuso en la Copa México de 1939. En marzo de aquel año, en un partido bronco, los que Hugo Sánchez llamaba machos, la hinchada del Necaxa quemó el Parque Asturias hasta los cimientos, luego que el campeón Necaxa perdiera 2-1 ante el Asturias, dejando el título en franquía para éste.
Horacio Casarín, el as del Necaxa, era un ídolo para los mexicanos, siendo de los primeros futbolistas en adquirir esta dimensión de icono popular. Durante el partido fue sometido a un placaje sistemático por parte de los defensas del Asturias. El Necaxa necesitaba ganar, y la afición rival entendió que el árbitro estaba siendo demasiado permisivo con la dureza de los locales. El Asturias resistió, pero entre un ambiente digno de pabellón griego de baloncesto, el Parque Asturias prendió. Esto coincidió con otra ola de ataques a lugares de referencia de la comunidad española en Ciudad de México, tales como el Casino Español, y hubo quien advirtió una mano política dirigiendo estas agresiones, dada las simpatías de algunos miembros de la directiva del Asturias hacia el nuevo régimen establecido en España desde abril de 1939 con el final de la guerra. El hecho sirvió para que las autoridades mexicanas prohibieran el uso de la madera como material de construcción de este tipo de recintos.