Los amigos de la democracia no hacen sino aceptar el aserto cristiano de creced y multiplicaos.
Comunistas españoles de ayer:
Comunistas españoles de hoy:
Comunistas españoles de mañana:
Falangistas:
Marxistas nacionalistas vascos:
Nacionalistas eurófobos británicos
Nacionalistas xenófobos y eurófobos franceses:
Nacionalistas cisalpinos:
Bolivarianos:
Peronistas:
Bonus track:
Le journalisme divine!
Abro al azar una página de La agonía de Francia, de Chaves Nogales:
«Ante la prueba de la guerra, la burguesía francesa media y la pequeña burguesía no han valido más que la alta burguesía capitalista y los intelectuales. La guerra no ha sido en realidad para ellas más que incomodidad. No se les pedía ni heroísmo ni espíritu de sacrificio. Se les pedía sólo que soportaran con resignación y buen agrado unas incomodidades secundarias. Pero ni siquiera esta mínima contribución han estado dispuestas a satisfacer. En Francia las gentes burguesas clamaban por la paz a cualquier precio sencillamente porque les molestaba andar a oscuras por las calles, porque se había reducido el servicio de autobuses, porque se les habían suprimido los aperitivos tres días a la semana, porque estaban prohibidos los chocolates de lujo, porque no se podían jugar el dinero en las carreras de galgos, porque no se podía bailar en los cabarets y porque en el cine tenían que aguantar los noticiarios de guerra y en la radio los discursos patrióticos y las marchas militares. Uno se pregunta con desaliento de qué serían capaces, en fin de cuentas, unas gentes como aquellas que no creían que la guerra valiese la pena de soportar la más mínima incomodidad. El estado de irritación en que el black-out, o el día sin carne o la supresión de una estación del metro ponían a la generalidad de los franceses, hacía nacer en la masa el deseo imperioso de que aquello terminase cuanto antes, de que se acabase la guerra como fuera, de que los alemanes ganasen de una vez. Que se hunda el mundo, si es preciso, pero que no se me moleste.
Este egoísmo feroz, desesperado, egoísmo rayano en el heroísmo, ha sido acaso la razón fundamental de la catástrofe de Francia y merecería que los sociólogos estudiasen a fondo y extrajesen todas sus consecuencias. La masa popular francesa de los últimos tiempos estaba formada únicamente por la suma de todos estos egoísmos individuales llevados al paroxismo, al absurdo de que fuese más fácil y menos peligroso suprimirle al pueblo sus libertades seculares o su dignidad ciudadana que suprimirle una línea de autobús. Un Estado puede derrumbarse, un país puede ser invadido sin que se produzca en las masas una reacción profunda, pero en cambio no es posible que el servicio municipal de limpieza deje de recoger las basuras durante cuarenta y ocho horas. Las masas modernas lo soportan todo menos la incomodidad material, física. La independencia de la patria, los derechos del hombre, los destinos de la civilización, son hoy para la gran masa ciudadana puras abstracciones que no tienen ningún sentido frente al hecho cierto, tangible, irritante, de que al salir del trabajo no se pueda tomar el aperitivo o de que haya que perder una hora haciendo cola ante la puerta de una panadería o de que el tráfico rodado no esté cuidadosamente regulado en las encrucijadas por los agentes de la autoridad.»