Ahora que se habla tanto de Europa:
«Desde que me casé se han creído que el león dormía; ya verán si esto es así. Necesito 800.000 hombres y ya los tengo; arrastro a toda Europa tras de mí, y Europa no es sino una vieja mujer, de la que haré lo que se me antoje con mis 800.000 hombres. En otra ocasión me dijo usted que consideraba la característica del genio el no encontrar nada imposible. Por otra parte, ¿qué puedo yo hacer, si un exceso de poder me arrastra a la dictadura mundial? ¿No han contribuido a ello usted y tantos otros que me critican hoy y que querían hacer de mí un rey complaciente? Mi destino no se ha realizado aún; quiero acabar lo que apenas está esbozado. Necesitamos un código europeo, un tribunal de casación europeo, una misma moneda, los mismos pesos y medidas, las mismas leyes; es menester que yo haga de todos los pueblos de Europa un solo pueblo. Éste es, señor duque, el único desenlace que me conviene.»
(Napoleón, a Fouché, preparando la Campaña de Rusia de 1812)