Conectamos con la feria

En mayo de 2015 todavía hay medios de comunicación, algunos públicos, otros privados, que contemplan la necesidad informativa de desplazar un periodista (y aun a todo un equipo) a los reales de las distintas ferias que tachonan Andalucía de abril a septiembre. Introducen a sus corresponsales en el albero con una frase estupenda: «Vamos a conocer la última hora de la Feria de Jerez. » Y conectan con el reportero que está empotrado en una caseta como si le estuviesen dando paso a su hombre en Bagdad. La última hora desde el recinto ferial, dicen, y la gravedad del asunto me teletransporta siempre que lo escucho al Jardín de las Delicias del Bosco. Qué última hora va a haber en una feria, compadre. Esto, que es tolerable en una cadena privada pues a fin de cuentas cada uno dirige sus negocios como quiere, trasciende -o debiera- hacia lo inconstitucional cuando se trata de una televisión o de una radio sostenida por los impuestos de todos los contribuyentes.

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Voy por la calle y lo veo todo rojo, azul, verde, morado o naranja. La campaña electoral. Y su cartelería. Vivimos en un tiempo en que el hombre ya ha alcanzado un estadio evolutivo tal, en lo tecnológico y en lo científico, en que le es posible votar desde un dispositivo móvil. Del mismo modo que uno puede transferir miles de euros desde una cuenta bancaria a otra con sólo clicar un par de veces en la pantalla táctil de su teléfono o de su tableta, y completar con normalidad el proceso gracias a los protocolos de seguridad existentes, es posible (de querer, siempre la voluntad precede a la acción) votar a través de una app que valide el sufragio con el documento de identidad digital ya establecido por la administración.

Sin embargo, siguen pegándose carteles, manteniéndose así inalterable la inútil, artificiosa y obsoleta costumbre de invadir el espacio público con eslóganes pueriles y los caretos enjaezados de un montón de momias y momios. Vivimos en un mundo que va a dos velocidades, y circulamos, justamente, por el carril equivocado.

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