Ayer jugaron Real Madrid y Unión Deportiva Almería. Este es un evento que se repite cíclicamente y que nos llena las semanas, los intermedios que hay entre finde y finde. Un día es el Almería, otro el Getafe; luego viene el Betis, quizá al año siguiente el Betis ya no está en Primera, y en ese caso la visita al Bernabéu es la del Córdoba, y así. Son partidos espesos, hechos de la misma pasta gris que la vida. Yo no lo vi, pero aquí hemos venido a jugar. Eso nos dicen: atrévete, hay que insistir, hacer cosas. Hay que proponer. El problema de los jóvenes españoles de hoy en día, se proclama, es que están muy acomodados en una realidad ficticia construida a medias por el Estado del Bienestar de los 90 y por sus padres pequeñoburgueses que se creyeron el cuento de la lechera. Así que he de hacer una crónica. Por qué, me preguntarán. Si al fin y al cabo, a ti no te paga nadie. ¡Me cuesta el dinero! Es una buena pregunta. Me gusta escribir. Aunque Arcadi Espada diga que escribir es un coñazo y yo esté tentado muchas veces de darle la razón, me gusta esto. Qué le voy a hacer, si mediterráneo nací. Me gusta escribir y ya quisiera yo no escribir nada que no estuviese pagado pero, como decía, aquí se viene a jugar y mi padre no es el conde de Romanones. Ni torero. Eso es lo que me dice mi madre muchas veces cuando desvarío y empiezo a pensar en qué haría con el dinero si tuviera trabajo. Pero no lo tengo y por eso estoy aquí escribiendo sobre un partido que no vi. Miento: vi la segunda parte. Hay que escribir una crónica. Hay que decir que Jesé ha vuelto del Averno sin amortiguadores ni airbags ni cierre centralizado ni, lo que es peor, dirección asistida; seguramente alguien lo habrá dicho ya en Tuiter, que es donde se dice todo, como en los bares, pero yo estoy aquí para ponerlo por escrito. Hay que escribir una crónica en la que se diga que Chicharito es un espumoso que sienta muy bien y hasta puede aligerarte el trámite de una Nochevieja, pero a las dos o a las tres el cuerpo ya te está pidiendo un cubata. Un copazo que te entone, ginebra cubriendo tus déficits emocionales y tónica espantando la parquedad de tu psicomotricidad al hablar: Benzema, el Madrid está pidiendo echarse un Benzema. Hay que escribir una crónica, y me gustaría cautivar al personal con la prosa sucinta y militar de los partes de guerra con que los cronistas taurinos describen lo que sucede en la plaza. Lo narran todo como un general anotando las incidencias de la batalla. Hay que ser austeros, hay que escribir a lo espartano; hay que gustar, pero no gustarse. Hay que torear seis miuras y salir a hombros por la Puerta del Príncipe, y que te lleven puente de Triana abajo hacia el Altozano, pero sin recrearte tanto con las metáforas, chiquillo, que pareces uno de esos periodistillos engolados. Hay que decir cosas buenas, bonitas y ligeras de un Real Madrid-Almería acaecido un miércoles a las 8 de la tarde pero los miércoles a las 8 de la tarde casi nunca pasan cosas que merezcan contarse, ni siquiera en primavera.
Ayer jugaron dos equipos y uno ganó
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