Me proponía escribir sobre una cuestión y, miren ustedes por dónde, he terminado escribiendo de otra: justo al abrir la pestaña de escritura para publicar una nueva entrada en esta página, recibo la primera correspondencia electoral. El año pasado ya describí someramente las cartas que PP, PSOE, UPyD e IU nos enviaron a nosotros, los ciudadanos, con motivo de las elecciones al Parlamento europeo. En diez días mal contados acaecerán las elecciones al Parlamento de Andalucía. Procedo con la primera de estas cartas, no sin añadir previamente que en pleno siglo XXI, la propaganda epistolar, como la pega de carteles, me parece ridícula, desfasada y obsoleta. Los partidos se empeñan en invadir el espacio público y en mantener una correspondencia con el ciudadano que es ficticia, puesto que es unidireccional; sin mencionar que hoy cualquiera puede entrar en la web del Congreso, del Parlamento o de los propios partidos y descargarse el pdf de cualquiera de los discursos de los candidatos en liza. O entrar en YouTube y con dos clics, ver todo el material audiovisual disponible: intervenciones en radio, televisión, actos públicos, etc. La epístola en campaña electoral y el cartel en la farola son reminiscencias de la política vieja, decimonónica: residuos a los que se agarran candidatos horneados a la fuerza en el fuego novísimo del 2.0, y que en realidad siguen considerándonos a nosotros, los votantes, como sujetos susceptibles de su condescendencia y su paternalismo.
Comienzo por Juan Manuel Moreno Bonilla, del que escribí algunas cosas hace unos días: una descripción meramente simbólica, un trazo rápido, nada serio. Tampoco me parece que el personaje merezca una profundidad analítica mayor. Que empiece con Juanma Moreno, como él mismo se empeña en ser llamado, es una cuestión fortuita: su carta ha sido la primera en llegarme. Además, el popular es el grupo parlamentario mayoritario en el Hospital de las Cinco Llagas, así que me place respetar las jerarquías.
La carta luce así, por el reverso y por el anverso. Con respecto a la misma que recibí del Partido Popular en mayo de 2014, observo beneficiosas diferencias en el continente; abrumadora presencia del blanco y minimalismo uso del verde en la tipografía que contrasta muy bien. Esto es un avance, pues casi siempre el PP era el partido más conservador gráficamente hablando, desde el punto de vista estilístico. Clasicón, plúmbeo y aburrido:
La carta reza así:
Contigo por Andalucía
Juanma Moreno
Gracias. Si estás leyendo esta carta, ya tenemos dos cosas en común. Te importa Andalucía y te preocupa, como a mí, el futuro de la gente que más quieres. La cuestión es: ¿Qué vamos a hacer?
El próximo 22 de marzo decidiremos si Andalucía se sube al tren de la recuperación o se sigue quedando atrás. Es mucho lo que nos jugamos. Es necesario otro Gobierno en Andalucía, que se centre en los retos que tiene nuestra sociedad y dé estabilidad y garantías a los ciudadanos. Y creo firmemente que podemos alcanzar una mayoría social que lo haga posible.
Mi compromiso es contigo; mejorar tu calidad de vida y la de los tuyos. Quiero un Gobierno centrado en las personas y en la lucha contra el paro. No nos resignemos. Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla se merecen otro gobierno en la Junta de Andalucía. Trabajaré por el bienestar de todos, por una Andalucía con oportunidades y empleo de calidad. Es el tiempo de la nueva Andalucía.
Si me otorgas tu confianza, podremos trabajar juntos por nuestra tierra, para lograr una Andalucía más próspera y justa. El futuro empieza ahora. Contigo por Andalucía.
Recibe un cordial saludo para ti y tu familia.
Juanma Moreno, tu presidente.
No voy a insistir en lo del tuteo: es una de esas luchas perdidas, perdidísimas, en las que me obceco por puritito regocijo sádico. No me tutee, señor Bonilla. Y aunque usted insista en perderse a sí mismo el respeto clamando por que se dirijan a usted con un diminutivo, la realidad es que a mí, si no tengo el gusto de conocer a mi interlocutor, me desagrada que me hablen de tú. No obstante esto, no me gusta que comience su carta dándome las gracias. Admito que esto es algo absolutamente personal; una manía, si quiere. Pero no creo que le favorezca demasiado empezar agradeciéndole al ciudadano no sé muy bien qué; no me debe nada. Y aunque le votase el 22 de marzo próximo, seguirían sin deberme nada puesto que, como ciudadano, usted no gobernaría para mí ni para quienes lo votasen, en exclusiva; sino que gobernaría para el conjunto de la sociedad. Esto es importante, pues creo que es la base del pensamiento clientelar con el que el español medio afronta unas elecciones y sus resultados.
«Te importa Andalucía», dice usted. No me importa Andalucía sino en la medida en que es el territorio en el que resido. Mi familia es andaluza; mis muertos están enterrados aquí, y mis vivos, casi todos, moran aquí. Aparte de esto, no tengo ningún otro lazo específico con Andalucía; ninguno que no tenga con cualquier otro lugar hispanohablante, y por supuesto, ninguno que no tenga con otros territorios cuyas sociedades se rijan a sí mismas con los mismos códigos morales y políticos que ésta.
Qué vamos a hacer, dice usted. Yo tengo más o menos claro lo que no voy a hacer. No voy a volver a faltarme el respeto como ciudadano ofreciéndole de nuevo un cheque en blanco a partidos como el suyo o como el socialista, su máximo rival; entidades de networking masivo y colocación selectiva en donde regir apropiadamente los destinos de una sociedad no es sino el pretexto para acceder a fuentes de financiación extraordinarias y a posiciones sociales de privilegio. Así que, le apercibo amistosamente -si me lo permite-, cuide las interpelaciones interrogativas en sus próximas comunicaciones para con los votantes: son como abrir portillos inciertos en un muro; portezuelas de las que usted controla la salida pero no la entrada, al ser imposible el feedback epistolar (podría intentarlo pero seguramente no llegara ni a leer una carta mía).
El resto de su carta es una parrafada tejida con lugares comunes y frases prefabricadas que carecen de alma y de un sentido real. No voy a perder el tiempo con ella. Su partido, sospecho, jamás se ha tomado en serio la cuestión del poder en Andalucía. Diría que, asombrosamente, ha adoptado desde hace tres décadas el rol de eterno y acomodado Poulidor: la campaña electoral de 2012 es un buen ejemplo de esto que le digo. Ustedes saben -intuyo- que ganar al PSOE en Andalucía requiere de una labor política y retórica muy paciente. De una suerte de orfebrería discursiva, narrativa mejor dicho, muy trabajada, y como digo, muy paciente, manejando el largo plazo como única variable en verdad pragmática para forzar un cambio con consecuencias en la realpolitik. Esto no les interesa, creo. Exige sacrificio, y ante todo, exige construir un relato: no hay más que leer su carta para darse cuenta que a ustedes les va bien el eslogan, o por mejor decir, el cliché.
Me parece estupendo. No cuenten conmigo. Reciba un cordial saludo.