Hoy, casi por obligación, reseño a modo de seguimiento informativo el desventurado final del obrero tiroteado que mencioné anoche. En la edición del ABC del domingo 19 de enero de 1936, la «agitación social» en España era ya portada, preocupación nacional y motivo de zozobra pública. Viendo el siguiente titular con el que abría la Información nacional, se puede calcular a ojo el grado de tumefacción popular que se vivía en aquel momento:
LOS PISTOLEROS AUTORES DEL ATENTADO DEL VIERNES EN JEREZ, ASESINAN EN ARCOS DE LA FRONTERA AL TENIENTE DE LA GUARDIA CIVIL SR. DIAZ PEREZ
La fuerza que acompañaba al teniente repele la agresión, resultando muertos dos pistoleros y el otro herido. Fallece en Madrid el obrero agredido a tiros en la calle de Jorge Juan. Atracos en Barcelona y Lorca.
¡Los pistoleros! Cuánta diferencia con respecto a este nuestro autores o, más fabulosa todavía, la perífrasis autores materiales, ¡como si pudiera un asesino matar inmaterialmente a alguien! Infiero que el adjetivo «material» se usa para separar a los ideólogos de un asesino, llamados «intelectuales», de los que físicamente aprietan el gatillo; casi siempre suelen ser los mismos y siempre, absolutamente en todos los casos, son lo mismo, por lo que la distintición que se hace en el relato de los acontecimientos contemporáneos me resulta inadecuada y peligrosa. Un «autor intelectual» tiene como más prestigio, ¿no les parece? Es un prurito del que no goza el «autor material», cosa que suena a mandado, a currito del oficio criminal. Al final, el uso de estos adjetivos redunda en una inquietante -y obscena, añado- confusión hermenéutica que confiere rangos al hecho vil del asesinato. Y no, no creo que sea procedente.
Utilizando la palabra «pistolero», la cosa adquiere un tinte cuasi cinematográfico. Casi prefiero el autor. ¿Se han percatado ustedes que de mientras al teniente de la Guardia Civil lo asesinan, al trabajador de Jorge Juan lo agredieron? Bah, es tan sólo una nimiedad.