10 de enero de 1936 (el liberalismo a la deriva)

Hoy no tengo muchas ganas de escribir. Así que, hojeando el ABC de Madrid del viernes 10 de enero de 1936, me he encontrado con algo que, et voilá, será lo que aquí consigne. Pues me parece que una pieza así resultaría hoy incomprensible y del todo improcedente en la prensa actual, al mismo tiempo que lo encuentro encantadoramente añejo en lo que tiene de remembranza del periodismo político decimonónico, cuando las cabeceras eran tribunas de defensa pública de un partido o sindicato. Sin el rubor que luego impuso, por el qué dirán, el periodismo hecho industria. Estos opúsculos, pequeños y redactados a modo de alegatos o arengas, eran habituales en la época, pues me los voy encontrando a cada poco en mi repaso diario. No los he encontrado, todavía, en La Vanguardia, así que debo pensar que eran más habituales en los periódicos de una marcada tendencia, llamémosla, extrema. No existe rastro en hemerotecas accesibles (al menos para mí) de periódicos comunistas, socialistas o anarquistas, pero intuyo que en cabeceras como El Socialista la cosa debía ser incluso peor que en ABC puesto que éste último no dejaba de representar a un target compuesto por buena gente para quien a priori el exabrupto radicalizado era algo tolerable en tiempos de emergencia espiritual, pero no aconsejable. 

Esto viene destacado sobre todo lo demás, inserto en un recuadro, bien delineado en negrita tanto la letra como el cuadro tipográfico. En medio de la información general, sin firmar (por lo que suponemos que es una especie de editorialillo), el periódico se salta la mediación y exhorta, directamente y sin ambages, al lector:

No os quejéis, si sucede

Si no votáis por España, no os quejéis luego si sucede la inmensa desgracia de que España caiga en el caos, en la disgregación y en el ateísmo. Los revolucionarios de izquierda no engañan: dicen franca, y claramente, que aspiran a repetir en nuestra Patria la revolución rusa y que octubre no fue más que un ensayo. Tienen cómplices poderosos y encubridores cautelosos. ¡Votad contra la revolución y contra sus cómplices y encubridores!

En lo que no mentía ABC era en lo de que los partidos que conformarían luego el Frente Popular (excepción hecha de los republicanos) anunciaban con diáfana claridad sus intenciones revolucionarias. Pero sorprende la contradicción en la que cae el redactor de este micro-opúsculo: era tan franco, tan claro el empeño en convertirnos en la Rusia meridional, que, ¿cómo podría tener encubridores, y menos aún, encubridores cautelosos, algo que se muestra en su verdadero ser de manera tan nítida?

Pensé, leyendo con rapidez, que en donde pone ateísmo en realidad estaba escrito abismo. Son los equívocos que escribir habiéndome levantado tan tarde. Como vemos, la advertencia que hacía aquí ABC iba a cumplirse con sangrienta exactitud.

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