Comentario general sobre los planes de creación de empleo en Andalucía (II)

Yo conocí a algunos de quienes asistieron a esas escuelas-taller. Alguien de Zamora o Albacete puede creer que se trata de algo imposible, de una leyenda negra hilada con alevosía. Esto no tiene nada de fábula. Puedo poner el ejemplo de antiguas novias de buenos amigos míos, incluso también de amigos íntimos, de gente cercana, o de otros tantos conocidos, anónimos de aquí y de allí, de este pueblo o de aquel otro. El sostén del neocaciquismo es esa Andalucía popular, inserta en el agros, en los inmensos vacíos que separan las 9 o 10 ciudades dignas de llamarse así que hay en la vasta extensión andaluza. Núcleos urbanos de apenas 10.000 habitantes, o los que no superan los 20.000, y hasta las ciudades medias, de 50.000 en adelante, cuya alma es absolutamente aldeana a pesar de su término municipal ensanchado artificalmente con pequeños barrios construidos a la buena de Dios que han ido atrayéndose entre sí merced a la burbuja inmobiliaria y a la progresión asimétrica, imposible de catalogar en parámetros racionales, de la vida de estos pagos. Sanlúcar de Barrameda, Dos Hermanas, Isla Cristina, El Puerto de Santa María, y para qué seguir contando, si desde Punta Umbría al Cabo de Gata saben de lo que hablo. Ahí reside el espíritu puramente andaluz, lo virginal de esta sociedad a medio camino entre la Ilustración y la Tradición más mística, más arraigada a la tierra, a los santos que encontraron los pastores en la cueva, a las vírgenes halladas en las oquedades de los árboles. Ahí es donde los partidos, sobre todo IU y el PSOE, se hacen grandes, fuertes, auténticos bastiones, y recrean dentro de sí verdaderas sociedades particulares en las que germinan los modos, las conductas, las actitudes y los procesos que determinarán luego la manera en que en los círculos de poder urbanitas, se abduce la democracia, se malea, se ductiliza, se estruja y moldea como si fuera plastilina.

La cuestión del empleo en Andalucía es como la droga en el Baltimore de The Wire. Encuentra el hilo y sigue la madeja. Follow the money. Los EREs fraudulentos, los escándalos judiciales, son las pústulas. La pus supurando hacia la superficie. Los poderes ejecutivo y legislativo en Andalucía están gangrenados, desde los cimientos. Todas las estructuras de poder en la región están recorridas por la fuerza telúrica de la corrupción: hay un nervio que las recorre de manera transversal, que hiende al sistema en su mismo pecho, que atraviesa cada una de las plantas de este enorme rascacielos sustentado en arcilla. Aquellos buenos tiempos en que pagarle un sueldo a la costra social era hacer una leva forzosa entre los presidios de la costa y embarcarlos a todos en tres carabelas rumbo al Nuevo Mundo, se terminaron en 2008. No hay dinero, pero el sistema se regenera, nace de sus terminaciones nerviosas muertas una simiente que es necrosis pero aun así vive, regurgita: planes de empleo de carácter urgente. Emergencia autonómica, casi nacional: la mitad de los andaluces no trabaja, pero cada ayuntamiento sigue recibiendo X cantidad cada X tiempo -el tamaño de la bolsa depende de lo cerca que esté cada alcalde del palacio de San Telmo- y en cada una de las oficinas andaluzas del INEM se obra un pequeño milagro mensual, bimensual o trimestral. Es como un plan Marshall dilatado en el tiempo. Susana Díaz toca algunos despachos, Madrid abre un poco el puño, los juegos de poder en el intestino de los partidos dominantes amansan las urgencias cotidianas, el default de la Junta sigue sin declararse, el artículo 155 continúa partiéndose el culo desde el altar de la Constitución y a 50 o 100 andaluces de Chipiona, Coria, Pilas, Aljaraque, Alhaurín o El Ejido le tocan 700 euros por 15 días arreglando alguna acera de algún polígono industrial.

Los planes públicos de fomento laboral son bullshit: carroña electoral, cortoplacismo de la más abyecta y miserable miopía política. El Estado continúa obviando su responsabilidad para con el funcionamiento de la economía que ellos llaman micro pero que yo llamo deja vivir a los autónomos. Deja que los recién licenciados puedan asumir una cuota razonable en la seguridad social mientras desbrozan la jungla, y deja que trabajar por cuenta propia resulte rápido, práctico y sobre todo, natural. El tejido productivo de Andalucía mantiene todavía una mentalidad de población ocupada, una resignación colectiva, una asunción de la medianía como si resultase normal aceptar la derrota y sin que la deserción voluntaria no suponga la reprobación de la tribu, sino todo lo contrario: el aplauso. Para qué vas a complicarte la vida, si lo que tienes que hacer es conseguir que alguien te firme las horas necesarias para cumplir la cuota de 6 meses exigibles para cobrar el PER. Para qué buscas el lío, si los 420 euros de la beneficencia estatal están ahí, tan cerca, tan sencillos. Si yo tengo un compadre que me firma horas como autónomo colaborador en su empresa de Trebujena, y sólo con aparecer por allí y firmar una vez cada 15 días me sirve. Este es el discurso, la dialéctica que ha terminado sustituyendo a aquel mensaje de la España antigua, de los 90, del trigo sin recoger: tú no te compliques la vida, sácate unas oposiciones y vive del Estado. Vida resuelta a los 25 años.

Yo sé, yo tengo las pruebas: esto pasaba, y sigue pasando. Cuántas familias no viven así. Matrimonio con hijos que juntando las peonadas del marido y las de la mujer logran el éxtasis de Santa Teresa en un pueblo andaluz cualquiera que es alcanzar el cupo y poder ir al INEM a sellar la ganga. El Estado se materializa en Andalucía en la figura anacrónica del pater redentor del que sólo cabe esperar regalos, indulgencia, limosna o violencia. Nada más. Nunca hubo comprensión exacta de las cosas, jamás la ley se hizo patente en este far west por el que han pasado todas las civilizaciones constructoras de Occidente y que a lo mejor por eso ya está de vuelta de todas las cosas, y más allá de las 10 ciudades nunca permeabilizará la racionalidad. La fórmula es distinta, pero la trampa social, el agujero sociológico, la ratonera, es la misma. La vieja narrativa social ha quedado obsoleta, inservible, y uno se pregunta si al final la crisis no va a tener más beneficios morales que perjuicios. Si esta sociedad enferma dejara de embelesarse con la imagen reverberada que de sí misma le devuelven los miles de millones de espejos que jalonan su minúsculo espacio vital, si tal milagro ocurriese, aun no siendo suficiente, sería el mayor logro ético de los andaluces desde el nacimiento de Velázquez.

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