Spaguetti western

El partido empezó cuando Benzema controló un balón llovido del cielo y lo envolvió como si fuese un regalo para una novia. Del resto del partido me acuerdo a medias, por eso mientras tomaba el café -frío, claro. El café frío es la manera en que tiene la vida de castigar al crápula. La carrera de Guti está llena de restos de cafeteras frías- tuve que ponerme un resumen de los goles. El vídeo lo narraba un morito dando voces como si en su cama hubiera aparecido una hurí en pelotas, y así es como el pay per view y la crisis han obligado a uno a vivir el fútbol, como una experiencia molesta. El linkito, Being Sport, el streaming pixelado de Al Jazeera y en andar a cada poco saltando de página en página buscando algo que no se pare es como viajar en la tercera clase del Titanic: qué jodido esto de ser pobre. La vivencia opuesta es despatarrarte en el sofá con un gintonic en la mano mientras los destellos de la pantalla LCD donde ves a Bale trotando te dejan ciego, pero eso es volar en business class. Estaban los chavales del Villarreal haciéndose la foto en el Bernabéu y diciéndole por wasap a los primos de Castellón qué guapo es esto, tete, cuando Bale les despertó agitando la maza. Persiguió con ahínco de labriego una pelota que se la pasaban entre dos de amarillo como si juguetearan con una granada de mano. La raptó con la puntera, en dos zancadas llegó hasta Asenjo y en lugar de cedérsela a Jesé, que venía a su lado reclamándosela a gritos, optó por asesinar al portero con la inyección letal: dulce parábola que recordó al estadio que tenían en la plantilla a un Cristiano Ronaldo zurdo.

El primero de los tres partidos sin el jugador franquicia lo solventó el Madrid así, al ralentí. Economizando recursos y poniendo siempre el motor en punto muerto. El Villarreal nunca pudo elegir. Recuperó Ancelotti a los laterales amables tras la reyerta del miércoles: Marcelo y Carvajal, esos que nunca saldrán en El País debajo de unas negritas moralizantes. Carlo también dejó a Xabi en reposo, dándole chance al heredero vascón junto a Modric y Di María. Hidalgo y escudero se bastaron para dominar el juego a su antojo, imprimiendo siempre el ritmo que el Madrid necesitaba para ganar los 3 puntos sin gripar el motor. Arriba, ausente Aquiles, regresaba Bale acompañando a Benzema y a Jesé, el niño bonito de Chamartín. La verdad es que este chico ha tirado la puerta que mencionaba Camacho a machetazos, igual que Jack Nicholson en El Resplandor. A mí, que desconfiaba de él como si viniese regalado con el AS, me ha metido el Flow hasta la campanilla, como a los rivales. Aplomo de veterano, hambre de novato y disponibilidad de becario: está en todas partes, acude allí donde le necesitan y no le importa partir desde la izquierda o desde la derecha. A su indiscutible calidad técnica hay que agregarle unas maneras de delantero centro clásico que, personalmente, desconocía que almacenase en su memoria RAM. Sus tres últimos goles lo atestiguan: mete la puntera en Bilbao como transfigurándose en Van Nistelrooy; acompaña con el empeine la trayectoria de un pase diagonal a la manera de los grandes capocannonieri y ayer marcó el 3-1 perfilándose en dos toques con su derecha llegando en carrera con una sencillez propia de un brasileño criado en las favelas. Está creciendo a la velocidad de un tsunami, y su fulgurante eclosión está dejando que Bale recupere sensaciones casi en la sombra, como un actor secundario.

Condicionado por la ausencia de pretemporada y la infinidad de pequeñas lesiones musculares que conlleva la mala preparación, Bale está alcanzando registros notables. 9 goles en media temporada, de la que se ha perdido el 30% de los partidos: no está mal. El dragón galés resolvió el partido en 20 minutos. Tras anotar en el 7, asestó una puñalada por el carril derecho, requebrando al lateral como a una morena detrás de una reja. Después de convencerle de que saldría por su zurda natural, amagó por última vez y sobre la línea de fondo sacó un centro con la derecha que Benzema no tuvo más que puntear para que fuese gol. Con el 2-0 el Madrid se echó la siesta y Ramos se dedicó a ensayar cambios de orientación queriendo emular lo que le ve a Xabi Alonso en los entrenamientos. Pepe y Ramos son para mí un único ser: un ente fusionado, como Goku y Vegeta. Peperamos. La primera parte de la temporada de estos dos kamikazes a los que hay que dar prozac para que no sueñen con ovejas mutantes fue nefasta. Tanto, que nos hizo añorar al lesionado Varane como si fuésemos portugueses y le cantáramos al rey Sebastián. Desde Navidad, sin embargo, el rendimiento de Peperamos está alcanzando niveles de abril de 2012, cuando la pareja era el mejor tándem de centrales del mundo conocido. Achican espacio con la mirada, y suben la línea de 4 hasta casi el centro del campo, anulando el pasillo por el que antes correteaban los fantasmas hurgando en las llagas del Real. El cambio de tendencia es notable, puesto que en noviembre el Madrid defendía bajo las barbas de Diego López, señal inequívoca de la inseguridad reinante en la que sigue siendo, a pesar de todo, la zaga más goleada de la élite. O casi.

Al filo del descanso, Mario Gaspar, un gran lateral derecho en el FIFA 2013 y que hasta ayer desconocía que existiera en la realidad, aprovechó que el Madrid se estaba mirando en el espejo para colarse hasta el portal de Diego López y zumbarle un pepinazo en la escuadra. A mí el gol me dolió como un puñetazo en la barra de un bar. Entre medias, a Marcelo se le subió la vida al lumbago y Coentrao cumplió con su lesión de rigor: curioso caso de mímesis en lo muscular, cuando uno enferma al otro se le contractura algo. Acabó Arbeloa de lateral izquierdo. La inquietud de no tener el partido cerrado duró hasta que Di María conectó con Jesé y éste alumbrase el futuro con un fogonazo. Al instante, con Modric enseñoreándose otra vez del partido y de nuestras almas, Gio Dos Santos, ese mexicano que parece brasileiro y que salió de La Masía dando un portazo (como Thiago, parece que la rebeldía amazónica no casa bien con el Proyecto Genoma Humano de Can Baggsa) ejecutó el tiro libre perfecto: comba geométrica al palo del portero que López no pudo detener a pesar de extender en el aire toda su galleguidad. Otro puñetazo en la cara de los agonistas, que sufrimos al ver ya en 3 ocasiones violada el inmaculado registro defensivo del Madrid en 2014. Otra vez el runrún, hasta que Benzema y Jesé tontearon, el canario le dijo cuelga tú, y Karim chutó con el interior desde la frontal del área. Pelota rasa al poste contrario al sentido de la jugada. Luego el Bernabéu se puso en pie cuando Modric se acercó a tirar un córner, y el Atlético no tuvo más remedio que arrodillarse también ante el Madrid de Lukita, dejándole el liderato colgado en un invernadero almeriense. Con la dirección apuntada en un trozo de chapa oxidada para que mañana se acerquen Carlo y el brujo de Zadar a recogerlo vestidos con el poncho de Clint Eastwood.

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