Anoche el Madrid sacó a pasear todos sus antiguos fantasmas alemanes justamente el día más inoportuno para hacerlo. A pesar de haber jugado 2 veces en esta misma campaña contra los muchachos de Klopp, Mourinho fue incapaz de superar tácticamente a un equipo que volvió a aplanar al Real como si de la caballería polaca se tratase. Alemania, al ser una nación tenaz en su implacable voluntad de poder, se ha erigido siempre como la némesis del Madrid: los iguales se repelen, y cada visita madridista al suelo germánico es como una recreación extraordinariamente fiel de los círculos del infierno de Dante. Como si no hubiesen jugado dos semifinales de la Copa de Europa anteriormente, los jugadores del Madrid, todos curtidos en partidos de rancio abolengo y nervio fuerte, se asemejaron a una partida de becarios en su primer día en el equipo de Frank Underwood. Pepe, el mejor central que ha defendido la blanca desde Fernando Hierro, fue caricaturizado por Lewandoski. Este delantero, que le ha marcado esta temporada más goles al Madrid que Messi en la mitad de partidos, realizó ayer un encuentro portentoso, digno del escenario y de la competición. Él sólo fue capaz de convertir en dos guiñapos tanto al 3 como al 2 blancos: como una terrorífica tuneladora, horadó los cimientos de una defensa a la que las bajas de Arbeloa y Essien dislocaron irremediablemente. Como un extraordinario muelle, el Borussia de Dortmund no ofreció ningún tipo de cuartel a los jugadores madridistas, ni a lo largo ni a lo ancho del tapete verde. Klopp fue quedándose con todos los peones del centro del campo del Madrid hasta dar jaque-mate al castillo de proa blanco, machacando uno tras otros a Xabi -horrible-, Khedira -nefando- y a Modric, aplastado por el despliegue prusiano de la segunda línea borussia, verdadero martillo de este equipo. El Madrid perdió todas las segundas jugadas, y así cedió tres de los cuatro goles. Todos los viejos espectros de la historia del Madrid en Alemania se pusieron a danzar al mismo tiempo alrededor de once hombres desquiciados por un contexto al que no han sabido hacer frente, y el Madrid de Mourinho está a un paso de convertirse en otro de esos grandes equipos fulminados en la orilla de la misión histórica del club.
Némesis
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