Ahora se llama Signal Iduna Park, pero toda la vida de Dios ha sido para nosotros el Westfalenstadion. Es uno de los campos más bonitos del fútbol europeo, aunque eso no tiene mucho mérito: más allá de los Pirineos, qué estadio no es una extraordinaria delicatessen de la arquitectura moderna. Si exceptuamos Italia, una España con más estilo y gracia, Europa se subió en masa al carro de los grandes centros deportivos como si se hubiese querido imitar, a finales del siglo XX, la carrera catedralicia hacia el cielo del gótico o el mano a mano aeroespacial de las dos potencias en la Guerra Fría. El estadio de Westfalia, hogar del Borussia de Dortmund, alberga la grada más espectacular del balompié actual: una tribuna donde un cuerpo entero de la Wermacht anima de pie, durante todo el tiempo y hasta más allá del pitido final, a su equipo. Algo muy propio de bárbaros y gente sin el glamour de la VIPerizada grada del Bernabéu, donde sólo falta que Florentino insonorice los palcos y la zona noble para que el molesto ruido del fútbol no enturbie las amenas reuniones sociales de la gente bien de Madrid. El Westfalenstadion fue la plaza donde Fernando Redondo se paseó a caballo durante 90 minutos, como si fuese un orgulloso condotiero del quattrocento luciendo palmito delante de las mozas de una ciudad conquistada, en 1998. Redondo agarró el balón en el minuto 1 y ya no se volvió a ver más la pelota hasta el Amsterdam Arena. La casa del Borussia también contempló maravillada cómo Portillo marcaba el único gol que contará a sus nietos. El AS tituló al día siguiente que aquel era el gol de la Décima. 10 años después, el Madrid vuelve a Dortmund buscando ese gol mitológico que termine con una década de frustración y agonía: no el gol de la Décima, sin el de Wembley. Londres pasa por que Mourinho consiga sacar a nuestros muchachos del oscuro bosque renano con un gol en la mochila. O dos. Una blitzkrieg bien ejecutada en la ida puede evitar que el equipo no dependa del terrible abrazo helado del Bernabéu en la vuelta. Conociendo el percal, lo fío todo a que la unidad de artificieros Alonso & Khedira y el assault team nos ahorren el bochornoso espectáculo del periodismo patriotero invocando, otra vez, al espíritu de Juanito.
Dortmund
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