Histriones

El cine no es un derecho social, por más que en España se tenga por sacramento la obligación del Estado para con el sostenimiento de esta industria. El ciudadano tiene derecho a acceder a Homero, Platón, Cervantes o Shakespeare, pero no a Almodóvar. El Polansky trucho de La Mancha es el símbolo de una cultura inventada, de todo un deus ex machina artificial creado ad hoc para mantener el chiringuito de un círculo de pseudo-intelectuales que utilizan la gala de Los Goya para soltar soflamas sovietizantes mientras lucen en sus muñecas joyas de Swarovski. Es paradójica esta supuesta independencia emocional que aparentan mostrar los actores españoles cuando su negocio -gala incluida- sólo se sostiene gracias a la intervención estatal. Mientras nos desayunamos con las tonterías demagógicas de Maribel Verdú o Candela Peña, nos preguntamos cuántas cosas se podrían hacer en colegios y hospitales con los 600.000 mil euros que costó el acto de ayer, en el que un año más, la pulsión hollywoodiense del show-bussiness y la fanfarria norteamericana late detrás de la parafernalia inocua rellenada con toneladas de indigencia mental y anacronía ideológica de corte europeizante de nuestros progres y estúpidos histriones patrios.

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