La anti-crónica

El Madrid atacó anoche al United con la pasión de un fandango y la impotencia de Enrique IV de Castilla. Mourinho mandó a Cristiano, Benzema e Higuaín en busca del unicornio y sólo Ronaldo, saltando desde Funchal, le trajo un cuerno de rinoceronte que deja al Madrid colgando todavía de la eliminatoria a pesar del ejercicio de cinismo competitivo del impenetrable bloque de Sir Alex Ferguson. El vuelo en suspensión de CR7 es el de un nigga de la NBA: Nike está ante una oportunidad de libro para rentabilizar la marca Air Ronaldo como en su día hizo con Michael Jordan. No hay otro icono cuya apolínea estética de semidiós griego se preste tanto a la explotación comercial de los valores del deporte como el del 7 del Madrid. Sostenidos por su jugador franquicia, el Bernabéu aguantó el tremendo envite que a cada balón parado presentaba el líder de la Premier. El Manchester recordó en cada córner a los diablos del famoso anuncio de Naiki donde Cantona y Figo salvaban al mundo de la terrible amenaza de los ángeles negros: la defensa madridista era devorada por estos red devils poderosos que como terribles SWATS asaltaban el área de Diego López ariete en mano haciendo que nosotros en el bar agachásemos la cabeza, hundiéndola entre la espuma de la cerveza y maldiciendo por lo bajini. Benzema e Higuaín, como todos los personajes secundarios de la novela de Eslava Galán, se fueron quedando en el camino, olfateando pistas falsas del unicornio del gol, perdidos en la abulia y la desesperación existencial: cero disparos a puerta entre los dos 9 del Madrid es la medida exacta de la capacidad ofensiva de un equipo que aspira a ganar la Copa de Europa con la contundencia de la caballería polaca del 39 en las dos áreas.

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