El periodismo deportivo español, en su carrera irrefrenable hacia la autoparodia, se ha convertido en una modalidad olímpica. Cuando uno piensa que es imposible que puedan hacer un ridículo mayor, cada día nos sorprenden superando sus propios límites. Es asombroso. Como mantengan firmes el rumbo durante un tiempo más, no descartaría que el COI los homologase para competir en unos Juegos. Es admirable la infinita capacidad que tienen para reproducir gilipolleces. Son atletas con una constancia de fondista keniata. Sin lugar a dudas el más destacado, por lo visual y obsceno, es Marca. Cada día uno espera su portada como si del marhuendazo se tratase: expectación máxima. Casi nunca defraudan. El Madrid y la Selección Nacional de fútbol son sus principales estímulos. Pocas veces han rozado la brillantez pueril y la idiocia más estética que refiriéndose a partidos de España: quién no recuerda la jubilación de Zidane. O el Ché, nos vemos en la final. Y muchas otras que me dejo en el tintero. Compréndanme, mi cerebro tiene una capacidad limitada para almacenar este tipo de basura. Curiosamente, y es un fenómeno en el que me aplico sesudo -no sé si a ustedes les pasa, yo lo considero una parafilia- el día después de una gran final, Marca suele defraudar. Observen las portadas tras las finales de Viena, Johannesburgo o Kiev. Sosas, sin punch. Normales, como si se dijese. Diría que Marca pierde estímulo cuando por el medio no hay algo grotesco de lo que echar mano para brillar. Si no, fíjense en la de hoy: ESPAÑAGUAY. Cuánto príncipe de los ingenios hay suelto, cuánto fino orfebre del lenguaje, cuánto trovador. Después de un intrascendente partido amistoso contra Uruguay, alguien en esa redacción debió creer que un retruécano maravillosamente estúpido como este podía ser una buena idea para abrir la edición de la mañana siguiente. Claro, tron, cómo no se nos ha ocurrido antes: le hemos ganado a Uruguay, y qué coño rima con Uruguay, pues eso, mameluco. Guay. Que somos la pera. Quizá incluso la tuviesen ya preparada, y en caso de derrota no hubiesen dudado en usarla de la misma forma: ESPAÑA es GUAY pero no PUEDE GANAR SIEMPRE. O alguna memez por el estilo. Ya conocen el gusto de estos panfletarios cutres y paletos por la alternancia espúrea de las mayúsculas y las minúsculas en portada, como si creyesen que somos tontos y debieran señalarnos en grande lo importante del mensaje que nos quieren transmitir. En lo de que somos tontos puede que acierten: mírenme, yo aquí pasando la mañana hablando de la bazofia de portada de un rollo de papel higiénico manchado de tinta. A esto nos ha llevado el estado actual de las cosas en este país: a tener que subrayar lo absolutamente dantesca que resulta la puerilidad que anida en el fondo del alma de los españoles. Pues, ¿qué es sino la portada del periódico más vendido, sino su reflejo?
… y es el papel más vendido en España. Pero guarda cierta lógica: vivimos en un país cainíta en el que la envidia, la desidia y la autocomplacencia están a la orden del día. La situación de este país es fiel reflejo de la sociedad actual. Probablemente, nuestros abuelos, independientemente del signo político, tenían unos sólidos valores éticos y morales irrenunciables. Todo eso se ha perdido.
Ahora, la prensa, los dirigentes políticos y otros activos sociales de distinto pelaje, son una muestra relevante y tangible del mar sucio en el que nadamos. Y creo (a pies juntillas)… que tenemos lo que nos merecemos.
Un ejemplo: Mourinho. Un tipo profesional, honesto y honrado. Todavía no había puesto un pie en el RM y ya había una troupe de haters ciertamente importante. Es anacrónico, viene a trabajar a la España Marquista. La mediocre. En UK lo tienen más claro; allí, sea del agrado deportivo o no, se le valora como el excelente profesional que demuestra ser.