Piel de varánido

El Madrid, en ocasiones, adopta una piel de saurio antiguo y pleistocénico por cuya sangre, fría como el hielo, corren unos genes que le impiden rendirse. La demostración que hizo ayer de extrema competitividad en un escenario adverso fue digna  de un ejército que cruza territorio hostil valiéndose única y exclusivamente de su carácter, experiencia y espada. Mourinho fue Jenofonte y planteó un choque tácticamente genial: es imposible reducir más a Messi, y encorsetar tanto el caudal ofensivo de unos tipos que, como Fábregas, Alba, Iniesta y Alves, juegan al futsal. Mourinho lo hizo con una defensa harapienta en la que Varane, un joven cyborg mulato y lampiño cuyas hechuras son de mariscal, ejerció de jefe, ante las lastimosas muestras de senilidad de un Carvalho decadente. Raphael Varane confirmó anoche que va a ser un central de época, y que los 10 millones que la visión de Zizou costó a las arcas del club ya son, ciertamente, calderilla. Como los toreros saben desde la cuna, y como dejó escrito Hemingway, en esta vida tan sólo hay que parar, templar y mandar, y eso nuestro chico lo hace con una naturalidad que nos lleva a pensar que desciende de una estirpe de chamanes de la Martinica. Además marcó el gol de la eliminatoria, justo cuando parecía que el 0-1 era lo mejor que podíamos sacar de un encuentro épico.  El Madrid logró sobrevivir a las inevitables cuchilladas que los Chemical Players siempre asestan cuando Messi arrastra a los centrales hasta el territorio del trescuartista, y eso ya es suficiente para hacernos pensar que con Pepe -su influjo sobre estos partidos es diabólico-, Di María y dos laterales homologables, el Madrid superará por fin el monstruo final de este juego.

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