Clowns

Llora Soraya, emocionada por la tragedia humana de los desahucios, y en España cunde la mofa. Cosa , por otra parte, de esperar, pues esta es la nación de la rechifla, y a un personaje público hay que exigirle, cuanto menos, entereza. Sobriedad augusta, como poco. Aunque no sea más que por tener en cuenta aquello de que cuando el oleaje amenaza con hacer naufragar el barco, la raya que separa a la tripulación del pánico general y la contención útil reside en el ceño del capitán. Me fiaré a ciegas del primer político que afronte una comparecencia pública mirándonos fijamente a los ciudadanos como si fuésemos el II Ejército Británico escuchando a Montgomery explicarnos cómo vamos a cruzar el Rin: mucha flema y parquedad en gestos y palabras. Creo que habré de nacer dos veces para ver algo así porque para mi desgracia me ha tocado vivir la época en que los clowns cuya única virtud política es la charlatanería zafia han conquistado la partitocracia que nos gobierna, y como exige la ortodoxia socialdemócrata de las cosas de hoy en día, Soraya tenía que llorar delante de toda España.