Volvió a no ganar el Madrid, cosa que esta temporada ya se está convirtiendo en tan habitual que el espíritu indómito del madridista, siempre trágico en la derrota por nimia que ésta sea, apenas la siente como una pulsación más en la herida cicatrizada. El madridista, en domingos tan deprimentes como el de hoy, se ve obligado a buscar paralelismos cabalísticos con la temporada 99/00 para subirse el ánimo, aun a costa de deformar un poco la realidad, y a la espera de la inevitable portada del panfleto nacional de la monguer class española -el Marca- que nos anuncie que «el Madrid se va de copas», la vikingada se muestra expectante y alicaída. Depositamos nuestra fe en que la actitud mágica de nuestros muchachos se activará cuando asomen los cuernos humeantes de los diablos rojos doblando la Castellana; queremos creer que nuestro paraíso de 99 vírgenes sacándole brillo a la Décima en un altar esponjoso existe, y que no somos Florentino manoseando nervioso el amuleto de Kaká mientras le pide al cielo que llueva.
Supersticiones y cábalas
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