Logaritmos

Siempre que se habla a mi alrededor de aritmética, geometría o logaritmos, me siento como un profundo analfabeto. ¿Estarás mi cerebro mutilado? ¿algún golpe durante la infancia que lo dejó incapacitado para procesar cualquier cosa relacionada con las matemáticas? ¿un trauma, a lo peor? ¿uno de tantos remates de cabeza a aquellos balones mikasa que eran más duros que la primera piedra que pisó Colón en el Caribe?

En mi caso, ser de letras no fue una vocación, sino una huida. No es cobardía admitirlo, creo. Tan sólo es la honestidad postrevolucionaria de Napoleón III confesándole a Bismarck, en la charla cortés de puro y coñac tras la batalla, que no debió poner dos veces seguidas a Pepe en el vértice del triángulo de presión alta, que el factor sorpresa ya estaba perdido, y que eso había provocado aquel desliz que terminó en su captura.

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